La vida te sonríe. El destino te da la espalda.
Cruces de caminos desconocidos y sin mapa para orientarse.
"No insistas en que te abandone y me separe de ti, porque donde tú vayas, yo iré, donde habites, habitaré.
Tu pueblo será mi pueblo y tu Dios será mi Dios. Donde tú mueras moriré y allí seré enterrada.
Que Yahveh me dé este mal y añada este otro todavía si no es tan sólo la muerte lo que nos ha de separar."
(Ruth, 1; 16-18)
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